martes, 19 de mayo de 2009

El teletrabajo ya fue, ahora llegan los ‘nómades digitales’

Son trabajadores que gracias a la tecnología pueden llevar su oficina a cuestas a cualquier parte. Ya cuentan con lugares en la Ciudad de Buenos Aires que les permiten unirse y compartir experiencias. Se trata de una nueva modalidad laboral bautizada como coworking


Son profesionales independientes. Llevan su trabajo a cuestas, en sus laptops y en sus celulares. Sin horarios que cumplir ni oficina fija. En Buenos Aires, son un grupo en crecimiento y hasta tienen nombre propio: los “nómades digitales”. Pero ahora, además, cuentan con lugares de trabajo pensados especialmente para ellos: funcionales, flexibles y con mucho diseño.Es que en la Ciudad ahora existen espacios donde los “nómades digitales” se reúnen para trabajar y también para compartir sus experiencias. Ambientes de trabajo colaborativos y relajados que unen a diseñadores gráficos, consultores, programadores, productores de música, periodistas o corresponsales extranjeros, entre otras actividades.“Quisimos crear un espacio al que da gusto venir y que no es la típica oficina estructurada. Es realmente muy flexible. Tenemos desde puestos de trabajo tradicionales hasta un amplio living con mesas y sillas. Queremos promover el networking, que la gente no se quede aislada en una oficina y que pueda conocer otra gente. Es un lugar donde es muy factible que haya alguna sinergia y a lo mejor sale alguna nueva relación laboral”, explica Martín Frankel, uno de los socios de Areatres, un espacio de trabajo flexible inaugurado recientemente en el corazón de Palermo Soho. La idea de los socios del emprendimiento –todos “nómades digitales”– fue combinar el confort y la informalidad del hogar con la productividad de una oficina y sumar el estímulo de un grupo diverso de personas y negocios. Este lugar ofrece a sus usuarios tecnología como Wi-Fi, sistema de teléfono voz sobre IP, impresión y proyección inalámbrica, lockers con llave, recepcionista full time y una sala de reuniones. Cada día trabajan allí entre 15 y 20 personas, mitad argentinos y mitad extranjeros de paso por la ciudad y los precios varían desde $ 80 por un pase diario hasta $ 4100 por mes por una sala privada para dos personas. “Lo importante es la fusión de las ideas y encontrarte con alguien en el sofá que ve el mundo de una manera distinta. Cada uno puede aportar algo al otro”, señala Frankel, que tiene 33 años, nació en Australia (sus mamá es argentina y su papá estadounidense) y luego de 10 años de experiencia corporativa en los Estados Unidos –en la multinacional FedEx– se mudó a Buenos Aires, donde es dueño de un bar y una empresa que organiza eventos. “La gente quiere venir acá para tener interacción con otros profesionales y para dividir un poco su vida personal y laboral”, cuenta Frankel.Otro de los espacios pioneros de coworking –como se denomina a las áreas de trabajo compartido en el mundo– es Cowork Central, que funciona en un elegante edificio reciclado, ubicado en Corrientes y Pueyrredón, y fue fundado por un joven emprendedor de apenas 21 años, Fernando Maclen. “No ofrecemos sólo Internet y un escritorio. Les brindamos la posibilidad de estar rodeados de gente creativa y les hacemos la vida laboral más divertida”, cuenta. Una auténtica red social en épocas de comunidades virtuales. El lema de Cowork Central resume la idea: “Trabajar solo es cosa del pasado”. Las tarifas son mensuales y varían según la cantidad de días a la semana que se use el espacio: desde $ 200 por un día a la semana hasta $ 600 por cinco días.Cuando se inauguraron las oficinas –hace un año– había espacio para 18 personas, pero por la creciente demanda hace unos meses tuvieron que habilitar más lugares. Este espacio de coworking porteño llegó hasta las páginas del diario The New York Times. En una nota donde se explicaba el fenómeno de las oficinas compartidas en el mundo, Cowork Central se destaca como el primer espacio de coworking de América latina.


Leer mas

lunes, 18 de mayo de 2009

martes, 12 de mayo de 2009

El líder eficaz y su realización humana

Al plantearnos una pregunta de esta amplitud se desprende casi inmediatamente, la controversia en la que nos desplazamos diariamente: ¿es el contexto el que nos configura o somos llamados a configurar el contexto?
Al plantearnos una pregunta de esta amplitud se desprende casi inmediatamente, la controversia en la que nos desplazamos diariamente: ¿es el contexto el que nos configura o somos llamados a configurar el contexto?
Muchas opiniones coincidirán en afirmar que, en general, el contexto nos condiciona. Brota así la adaptación de la personalidad a los diferentes entornos. Resulta sencillo en estas primeras pinceladas delinear los espacios por entre los cuales iremos construyendo la respuesta al cuestionamiento principal. Actuamos, es decir nos expresamos, de acuerdo al impulso de nuestra personalidad o, de acuerdo a la adaptabilidad que desarrollamos para lidiar con el entorno en que nos encontramos.

Nuestra personalidad parece expresarse de manera diferente según el día de la semana, el horario, si se trata de esparcimiento, trabajo, reunión con amigos, rito religioso, etc. Quienes nos observan podrían emitir comentarios tales como: "los viernes se lo ve mejor", "hoy tiene cara de lunes", "no se le puede hablar hasta después del desayuno", "tratemos que la reunión sea después del almuerzo así su ánimo mejora", "dejemos los aspectos personales fuera del trabajo", "tratemos de no llevar el trabajo a casa todo el tiempo", "necesito estar solo y en silencio aunque sea por un rato", etc.
De esta manera se configuran espacios más relajados o expansivos que otros. "Necesito estar en casa para relajarme", podría ser una expresión de uso popular. Distinguimos espacios donde sentimos que podemos abrirnos y compartir, a diferencia de espacios donde es conveniente protegerse o resguardarse. Se configuran así modelos mentales que incrementan los condicionamientos externos con condicionamientos adaptativos individuales.
Tendemos a cuidar la imagen pública, es decir, la imagen que nos parece será conducente al medio. Aquella imagen que será aceptada, apreciada, reconocida o destacada.
De alguna forma apreciamos que el cuidado de la imagen pública también conocido como "el qué dirán" contribuirá a nuestra efectividad. Culturalmente hemos aprendido que es "natural" que mi mundo interno permanezca oculto a la mayoría de las personas con que me relaciono, "no es conveniente que te des a conocer con cualquiera", se escucha decir. "Pueden dañarte o deteriorar tu imagen" es otro tipo difundido de recomendación protectora.
En otras palabras, ser "transparente" puede convertirse en un calvario en cambio de un beneficio. A consecuencia de estas experiencias nos convertimos en seres que mutamos nuestras capacidades humanas. Abandonamos la interioridad como riqueza que se comparte y nos concentramos en mantener los esfuerzos que se requieren para sostener las corazas con que defendemos nuestra imagen pública.
¿Cuál es el resultado de tamaña sumisión?
Nos resignamos a imaginar que existen espacios donde la Paz, la Armonía y el Amor son posibles y otros dónde la práctica de estos principios es casi imposible. Esta sapiencia existe mayoritariamente en el ámbito laboral de nuestros días.
Es resignación que se convierte en cultura social y es válida tanto para empleados, como jefes, gerentes, directores o accionistas. De la única forma que se justifica semejante sacrificio, representado por la renuncia a lo único que nos interesa en verdad (Paz, Armonía, Amor) es el precio que me pagarán, el precio que exigiré o con el que me conformaré según sea la época. Cabe entonces reflexionar acerca del precio que le exigimos a nuestro empleo, a la empresa, al capital. ¿Qué calidad y cantidad de jugo tendrá que proveer esta naranja? Es la clase de conversación que sin expresarse formalmente se ventea en los ambientes laborales.
Se configuran contextos de extracción y no de contribución. Así se definen muchísimas inversiones de la nueva economía.
Se vislumbra por medio del relato que la imposibilidad de una determinada práctica termina por impulsar otras. A falta de Paz, Armonía y Amor ¿qué prácticas surgen en esos entornos? Las contrapuestas quedan representadas por el estrés, el desencuentro o la pérdida de la confianza y la división. División que es contrapartida a la Unión. Una Unión que sólo se abastece en el Amor.
Luego de esta detallada y al mismo tiempo sintética descripción del fenómeno parece necesario "virar" abruptamente para hacernos cargo de la afirmación que sostenemos: Sin Paz, Armonía y Amor destruimos valor, tanto organizacional como personal.
¿Estamos entonces en condiciones de promover otras alternativas?
¿Cuál sería el cambio que es necesario implementar?
Abandonar el culto de la personalidad iluminándola, es decir llevando a la cotidianeidad lo profundo que nos configura, un despertar que revalorice aquello que en verdad somos, un despertar que deje ver la dimensión humana que se manifiesta cuando dejamos de sostener las apariencias. Este es el sendero que propiciamos.
No estamos recomendando un reemplazo del cuidado de la imagen con formalismos de "con o sin saco y corbata" o "casual de día viernes extensivo a la semana". Proponemos incentivar la expresión de la riqueza que se anida en lo profundo de lo que somos. Buscamos promover la cultura que nos mantiene conectados en todo espacio sin ninguna necesidad de aparentar para obtener, esta cultura que entrelaza el Ser en el quehacer.
Este cambio se fundamenta en la explosión de nuestra interioridad que se irradia en el mundo exterior potenciando -sin pretenderlo- todas las acciones que desarrollamos. Vale la pena citar aquí las palabras de Lao Tzé: "el que vence a sus enemigos es fuerte, pero el que se vence a sí mismo es poderoso".
La integridad, la coherencia, la práctica de las virtudes humanas fundamentales como la prudencia, la justicia, la fortaleza y la perseverancia se convierten en indicadores que señalan la Presencia que todo lo ilumina y que vive en tu interior.
Es Paz, Armonía y es Amor. Sólo tú puedes manifestarlo, animándote, viviendo de una manera que valga la pena. Esta es Efectividad Pura.
Guillermo Rodriguez




Leer mas